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BRISAS DE FOZ

¿Por qué dejé de ir al fútbol?..........

Se dice que el fútbol es una excelente herramienta para terapias colectivas. Yo fui muy aficionado al fútbol y, me prosigue gustando, en el fondo. Hace muchos, muchísimos años, que no piso un campo de fútbol. Fui, eso si, hace más de diez, acompañar a un par de hermanos a un campo de regional. ¿Por qué dejé de ir al fútbol?. Por la barbarie, latente, que encierra y se manifiesta en algunas ocasiones. Tomé consciencia de ello, hace más de 32 años. Fue en la final de Copa de 1980, jugada entre el R. Madrid y su filial el Castilla en el Bernabeu. Aquella tarde, yo visitaba al Director técnico de una importante empresa  en Madrid, y cuando nos disponíamos a tratar el asunto que me había llevado hasta él, me pidió agilidad, porque tenía que ir al fútbol; acto seguido me espetó. ¿Por qué no te bienes conmigo?. Pensaba ir un hijo mio, y no puede, por tanto tengo entrada, bocadillo y bota preparada para dos. Y, allí me fui. Llegamos con bastante premura y antes, ya, de iniciarse el partido, entre lo que se supone era la misma afición- también cabe la posibilidad  algún infiltrado- comenzó a nuestro lado una trifulca en la que salio a relucir un arma blanca. Aquel día, tomé la decisión de no volver a un campo de fútbol hasta que no me pueda pagar un palco individual. Ayer mismo hablé a distancia con un viejo compañero de trabajo, forofo del Barsa , que un día, también le acompañé a ver a su Barca, y comprobé que no distinguía a los jugadores y salvo al portero, tampoco sus posiciones en el campo. Me dijo ayer que hace 12 años que no pisa el campo, mantiene eso si, sus abonos- dos- en tribuna, que ahora utiliza un hijo y un primo. Me recordaba, que el iba al campo para insultar al árbitro y ver ganar, si así era, a su Barsa. Me decía que dejo de ir, porque su hijo le afeaba el que no distinguiera los jugadores ni conociese su posición táctica en el campo. Cuando visité ese campo de regional acompañando a dos hermanos, muy forofos de equipos antagonistas, me sentí muy mal, por los insultos a pleno pulmón, que vertían sobre cualquiera de los hombres que estaban en el césped. ¡!Barbarie!! me dije. Hace unos días al entrenador actual del Atlético de Madrid le preguntaban sobre unos episodios broncos en un estadio del levante español, y respondió que eso que había sucedido y que aquí nos parecía impropio, era Disney comparado con lo que se da en Argentina. Bueno, alguna noticia nos llega aquí cuando se dan derbis en los que los incidentes suelen ser con víctimas. Por eso, el entrenador y su segundo, ambos aguerridos jugadores en su día, que practicaron el fútbol en España y en el Atlético, predican la ¿fortaleza? física a sus pupilos, como una herramienta intimidatoria frente a sus rivales. También por eso, el segundo- mono Burgos- el pasado fin de semana, en el derbí madrileño, a los pocos minutos de juego amenazó, según se publica, al entrenador contrario con “arrancarle la cabeza”. En mi opinión, eso es incitar a la violencia, y, por tanto, debería entrar de oficio a quién le corresponda. Matones no necesitamos importar, ya tenemos nuestro cupo cubierto, Sr. Burgos. Actuaciones como la suya, erradican a personas de los campos e incluso de verles en TV, lo que motiva una mayor concentración de personajes intempestivos en los campos y un declive en el fúlbol. Lo sintomático, es que a nadie de entre esos cientos de periodistas deportivos que pululan por ahí “fabricando” noticias de cualquier tontería, le escuché yo un reproche a esta monada del Sr. Burgos. Ya saben, si hay síntomas hay enfermedad, dicen los galenos.

 

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