Este marketing no está al servicio de destacar las características , reales, de un personaje que aspira, legítimamente, a dirigir los destinos del pueblo, no; está dirigido a confeccionar un personaje a la medida de las preferencias de, fundamentalmente, una masa de gentes conducida por la propaganda.
Se hallaban reunidos uno de esos sanedrines de los partidos políticos. Habían sido convocados por el leader para reflexionar sobre la inesperada coyuntura política. El leader les da la bienvenida y, les anuncia que está preocupado por la situación del partido, al que, las estadísticas circulantes, le auguran problemas para ganar las próxima elecciones en una de las comunidades donde aspiran a ser gobierno. Continua, el leader, informando a su sanedrín y, centra el tema en que, según esas encuestas, el problema fundamental radica en la falta de un leader autonómico que sea capaz de concitar el interés de los ciudadanos de esa región. Interroga a los asistentes ¿Tenéis alguna idea que sugerirme?. Se produce un silencio. Nadie quiere opinar por temor a meter la pata, pero en estas, un recién incorporado al sanedrín, levanta la mano y le dice al leader nacional.
¡! Yo tengo una solución!! Tengo la herramienta para convertir una batata en patata.
Por favor fulanito, ¿Te puedes explicar? ¿Qué coño pintan aquí las batatas y las patatas?.
Pues verás jefe. Una batata es un tubérculo muy similar a la patata, aunque aquí está poco extendido su uso en relación con la patata, ya que, la gente prefiere a esta última, pero, con mi herramienta, podemos hacer creer a los ciudadanos, que la batata es una patata.
El leader con gesto incrédulo le dice, nuevamente. ¡!Explícate, explícate, por favor!! ¿Dices que puedes convertir una batata en patata o dices que puedes hacer creer a la gente que una batata es una patata? .
El aludido responde, muy sereno, muy convencido de lo que está diciendo y, además, cree que acaba de ganarse un fuerte ascenso en el cuadro dirigente del partido, aunque observa que todo el resto del sanedrín está muy expectante y con faz de incredibilidad: digo, exactamente, que puedo vender a la gente que, una batata es una patata, con lo que comprarán nuestra batata como si fuera una patata que, como ya dije antes, es mucho más apreciada por la gente, aunque no dejar de ser un tubérculo, también.
¿De qué herramienta nos estás hablando, fulanito, que nos tienes intrigados?.
Se llama marketing político, jefe.
¡! Aaaaaaaaah , coño!! Fue el murmullo global del sanedrín.
Si hablásemos de mercadotécnica o técnica de venta pura, deberíamos decir que estas herramientas, aunque se les denomine marketing por aquello del modernismo, tendrían como objeto identificar las percepciones que, de sus necesidades, tienen los ciudadanos que serán votantes y una vez conocidas estas, identificar un programa político que diera satisfacción a la mayoría posible de esas percepciones y, al personaje de cada partido que mejor explicare a los ciudadanos-votantes ese programa, cómo y con qué medios cuentan para ejecutarlo, quiénes serían los responsables de ejecutarlo, y, a que se comprometen si no lo cumplen, todo ello, para alcanzar la mayor cota de credibilidad posible. Es decir, enunciar los problemas fundamentales que nos aquejan, exponer los medios con los que se cuenta para resolverlos, comprometerse a alguna contrapartida singular e importante si no se alcanza el resultado a un tiempo conocido.
Pero volvamos a la reunión del sanedrín. Después del pertinente intercambio de opiniones entre los limítrofes de los asientos que cada cual ocupa, y observando el leader nacional que los partícipes ya se desentienden del diálogo y comienzan a levantar la cabeza para dirigir la mirada sobre él, éste toma la palabra para decir: Abriré un nuevo turno de palabra, una vez conocido lo que fulanito nos ha desvelado y realizado este intercambio de opiniones entre vosotros. Daré la palabra por orden de petición, que haréis, una vez yo de la señal, levantando vuestra mano ¿Entendido?. ¡!! Si, jefe!!!, articulan a coro los asistentes. Bien, pues entonces, ya podéis pedir la palabra.
Habitualmente los partícipes del sanedrín en sus reuniones rutinarias o especiales no tienen el hábito de tomar la palabra. Unos porque no tienen mucho que decir. Otros, porque están satisfechos con su posición- supongo que estas reuniones devengan dietas- y la otra alícuota parte, porque prefieren hablar luego, en los pasillos, para despertar el celo de los escribidores y poder realizar alguna o algunas ruedas de prensa o interviús que les aporten minutos de gloria y les mantengan en stan-by por si pueden alcanzar cotas mayores en la estructura. En este caso, la situación era muy especial; fulanito había aseverado que podía vender batatas como si fueran patatas, por tanto, la clase más humilde, las batatas, podría convertirse en patatas, clase superior, en la preferencia de las gentes, mediante la herramienta de fulanito, el marketing político. Por eso, ante, la mirada atónita del leader nacional las manos más precoces en ser levantadas ¡!! que manos!!! El cuerpo entero de los batatas autoreconocidos, salto de sus asientos como impulsados por un resorte, con la mano como mástil. Por su parte, los autoreconocidos como patatas, levantaron tímidamente la mano, al ver a los batatas, mientras qué los barones distinguidos díscolos, permanecían pegados al asiento sin gesto alguno.
Esto que acababa de suceder, tiene su explicación. Los que se auto reconocen a si mismos como batatas, se veían disfrutando de las ventajas que ahora disfrutan los patatas, de ahí su fuerte estímulo para tomar la palabra. A los patatas, solo les cabía el defender su estatus; la herramienta, parecía, que solo aseguraba vender batata por patata; a los barones, lo de la herramienta ya no les impresiona, pues, ya la utilizaron para llegar a su actual estatus.
Lo que vino después, a lo largo de las intervenciones, descarto explicarlo para no hacer pesado este asunto. Me limitaré a decir que el leader nacional nombró jefe de la campaña electoral a fulanito para que utilizando su herramienta, consiga un plus, convertir un patata en leader autonómico que gane las elecciones a base de conseguir que las gentes se olviden de sus percepciones de necesidades y compren un patata que, les prometió darles lo que no fueron capaces de conseguir a través de su esfuerzo, su oportunidad, su honradez y, lo que es más importante, que se lo sacarán a aquellos a quienes ellos envidian su opulenta vida pública o que son sus vecinos más, supuestamente, acomadados, que no siempre coincide con la privada llena de sacrificios y/o miserias mundanas.
Ergo, el marketing político que, como estamos viendo ahorita mismo en la convulsa Europa, utiliza la propaganda a través de diversos medios donde las gentes beben sus ¿conocimientos? Políticos-sociales que, les llevará a tomar una decisión de votar, potencialmente, al patata de turno, no responde a la concepción pura de mercadotecnia. Este marketing no está al servicio de destacar las características , reales, de un personaje que aspira, legítimamente, a dirigir los destinos del pueblo, no; está dirigido a confeccionar un personaje a la medida de las preferencias de, fundamentalmente, una masa de gentes conducida por la propaganda. Pero ¿Qué es la propaganda?. En Wikipedia se define así. Como leerán, es el modo opuesto a suministrar información libre e imparcial. Presenta información parcial o sesgada para influir una audiencia. Busca producir una respuesta emocional, más bien que racional. Etc etc. El resultado ya hemos aprendido algo de lo pernicioso que puede resultar, pero créanme, todavía puede ser algo mucho peor. En esta última ocasión nos han desplumado, en la próxima nos pueden dejar sin piel.
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