Es todo un síntoma de la desinformación a la que estamos sometidos........
Todo un síntoma. Esta mañana escuché una entrevista al ex primer ministro francés, Sr. Valls ,nacido en Barcelona de padre catalán y madre suiza/italiana, aunque “se naturalizó francés” en 1982, donde estaba haciendo una buena carrera política, que, por ahora, culminó como primer ministro de Hollande. Hablaba de la locura de los nacionalismos e informaba que vendrá hacer campaña para las elecciones del día 21, porque, considera, que Europa se está jugando mucho en este invite, además, de Cataluña. En el informativo que siguió a la entrevista, la locutora que leía las noticias, dijo que Valls advertía de que, los nacionalistas catalanes pretendían” romper el Estado”. Pues no señora mía, lo que pretenden es romper la Nación, segregando una parte de su actual estructura. El Estado, se cambia, se modifica, pero no se rompe, porque es la estructura administrativa de una nación, y mientras la Nación Española es una e indivisible, el Estado esta segmentado en diversas administraciones y diversas autonomías. Desde la década de los 70, en España se cambió buena parte del Estado. El cambio más llamativo lo suponen las Autonomías, que son una parte descentralizada del Estado, pero esa descentralización no afecta a la unidad de la Nación que confía a ese Estado la administración de sus bienes y la regulación de la convivencia de sus nacionales. Hace unas semanas, pocas, entrevistaban al Sr. Bono, ex ministro y ex presidente del Congreso, y este, tuvo que aclarar que el estado es la administración de la Nación; lo hizo con ritintin, poniendo de ejemplo el que había escuchado a un importante grupo musical decir que harían una gira por todo el Estado. Bono dijo, al respecto ¿Qué van a actuar por los ministerios, quizás?. Que, gente que está al frente de informativos nacionales, no sepa diferenciar Estado de Nación, es todo un síntoma de la desinformación a la que estamos sometidos; por eso, acontecen casos como el del Sr. Assange o el del Sr. Snowden.
Gracias a la incapacidad y poliedrismo moral de muchos de los dedicados a la información, el Sr. Snowden y el Sr. Assange han sido mitificados como ciudadanos ejemplares en su momento, y ahora, resulta que el tiempo ha descubierto que se trata de unos sinvergüenzas que van vendiendo sus servicios a los enemigos de la civilización accidental, sinvergüenzas, que nuestros poliédricos informadores, ahora, vituperan. No está asegurado que, mañana, vuelvan al halago, si alguno de estos dos, les propinan alguna confidencia con la que alardear de genios de la información. Estos genios de la información, que han estado comprando, durante el último mes, que las informaciones aparecidas en las redes sociales, eran opiniones de muchísimos independentistas y sus simpatizantes. Ahora, parece ¿…? que ,el 60% del tráfico de noticias relacionadas con Cataluña y su proceso, procedían de robots ubicados en Rusia, el 20% en idem ,ubicados en Venezuela, ¿Y el resto?. Vaya vd a saber. Decía un filósofo rural de profesión carpintero, vecino mío, en mi juventud, cuando él se hallaba camino de ebriedad: “yo solo sé que no sé nada, y el que cree que sabe, es el que no sabe” . Hace unos pocos días, periodistas sesudos y con cátedra, decían que: “las redes sociales trazan las líneas a los medios”. Y eso, es verdad. Fíjense la obsesión de estos medios por desarrollar actividad a través de las redes. Se vuelven locos para conseguir seguidores, que como se demostró en su día, en ocasiones, son comprados como si de salchichas se tratare. Por eso, aquello de mi vecino el filósofo rural, está tan vigente.
La prensa anglosajona, otrora tan lúcida, se decía, resulta que, cuando los rusos cibernautas actuaron en la elecciones americanas, en el Brexit o en las elecciones francesas, se subieron por la paredes y atacaron sin pausa, no solo a los que supuestamente lanzaban la propaganda infesta, si no que, incluso, contra los, presuntamente, beneficiados. Ahora, en el caso catalán, compraron la mercancía de los intrusos, quizá, porque alguien paga bien con dinero que no es de nadie, pero que salió del saqueo fiscal a los españoles de a pié.
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